Marcharon hoy las Damas de Blanco. 9 de mayo/10
Por el segundo domingo consecutivo, las Damas de Blanco pudieron marchar por la Quinta Avenida de Miramar en La Habana. No estuvieron allí los chusmas desvergozados, muertos de hambre que el régimen castrista venía reclutando para hostigar a las Damas de Blanco. Se dice que el Cardenal Jaime Ortega y Alamino intervino a favor de las Damas de Blanco. Y repentinamente, se elimina el requerimiento de un permiso para machar. Y desaparece el esbirro chusmón que les decía a las Damas de Blanco “No tienen ‘pehmiso’. No hay ‘mahcha’.” Y desaparecen los chusmas, mal vestidos, feos, con rostros distorsionados en muecas de odio, grotescos, hombres y mujeres, muchos de ellos sin dientes, probablemente muy mal olientes que se congregaban “espontáneamente” para rodear a las Damas de Blanco y gritar malas palabras, insultos y amenazas y empujarlas y pegarles. Que milago ha obrado el Cardenal, diría alguien.
Pero ese alguien no soy yo. Yo pienso que los viejos cagalitrosos que desgobiernan en Cuba mandaron a parar los actos de repudio porque se dieron cuenta de la adversa imagen que proyectaban todos esos hombres nuevos y mujeres nuevas de la Revolucíon, con sus alaridos y manoteos y saltos y las imbecilidades incoherentes que contestaban cuando uno de los periodistas extranjeros le preguntaba a uno de ellos o ellas porque estaban allí.
Esos chusmas muertos de hambre son el perfecto símbolo de la Revolución de los Castro: Violentos, intolerantes, estúpidos. Viven miserablemente, hacinados en casuchas apestosas con unos muebles destartalados, en vecindarios donde con frecuencia cortan el servicio electrico y el agua. Se visten de harapos. Con unas vestimentas espantosas, chillonas, sin ningún tipo de estilo. Se transportan en unos autobuses atestados. Comen mal. No pueden salir y entrar del país libremente. Y no importa si estudian. No importa si se hacen profesionales universitarios porque no van a prosperar. Van a seguir siendo unos esclavos muertos de hambre.
Viven en un país donde manda la misma familia desde hace más de cincuenta años. Pero a ellos no les importa nada de eso. Los reclutan para ir a hacerles actos de repudio a los disidentes y van contentos, para lucirse, para hacer méritos revolucionarios, para entrar en competencia a ver quien grita más, quien dice las obsceninades peores, para ver si le pueden tirar un golpe o una patada a una de las Damas de Blanco.
Y es que en toda sociedad, en toda época de la historia, en todos los países del mundo ha existido gente de mierda, escoria como esa que hasta hace solo unos días iba a hacerles actos de repudio a la Damas de Blanco. Pero en cualquier otro país esa gentuza no cuenta para nada. Sin embargo, en la finca de los Castro es útil. Esa gentuza sacada del fondo de un pozo séptico es la vanguardia de la Revolución. Por eso me alegro que un canal local de Miami esté sacando en pantalla e identíficando con nombre y apellido a todos esos hombres nuevos y mujeres nuevas. Que se sepa quienes son esos hijos e hijas de puta. Que tengan que vivir con las consecuencias de que su vileza no es anónima. Yo no sé que se podría hacer con esa gente si algún día hay un cambio en Cuba. Supongo que sería desmedido encarcelar a alguien por participar en un acto de repudio. Pero al menos, si ocurre un cambio en Cuba, que se sepa que ellos fueron unos arrastrados que le hicieron el trabajo sucio a un régimen que los desprecia y los tiene hambrientos, mal vestidos, viviendo en pocilgas apestosas, negándoles toda oportunidad de ser libres y prósperos, porque la gentuza baja se vende a precio barato o se regala. No exige mucho, con tal que se le permita dar rienda suelta a toda su maldad, a todo ese veneno pestilente que circula por la sangre de los abusadores y cobardes que solo dan frente cuando están en mayoría aplastante contra adversarios indefensos. Y si no hay cambios en Cuba, si los Castro se perpetúan otros cincuenta años más, o cien años más, pues que se sepa que al igual que tuvieron esbirros que fusilaban y que torturaban también tuvieron a su lado a esta gentuza de los actos de repudio, que si bien no ha torturado o matado es basura, pura basura humana con el alma y el cerebro en los intestinos.
No creo que el Cardenal Ortega obró un milagro. Y si fue así, bueno pues que bueno. Pero sea como fuere, me alegro que al menos por un tiempo, las Damas de Blanco pueden marchar por las calles de Miramar sin ser atosigadas por el policía cerdo ese que habla como un anormal y la turba de fascinerosos, brutos, chusmas, mal olientes, cobardes que se prestan para los actos de repudio.
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