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RICARDO BROWN

No entiendo como un músico como el famoso trovador cubano pueda apoyar el fusilamiento de tres jóvenes humildes que solo querían buscan el Unicornio Azul del otro lado del mar. 18 de agosto/09

 

Me sorprende la cantidad de visitas que ha tenido este blog en los últimos días. Es asombroso como uno puede escribir unas palabras en la pantalla de un laptop, apretar unas cuentas teclas y en cuestión de minutos esas palabras dan la vuelta al mundo.

Yo aún no he decidido sí me satisface que tanta gente lea lo que escribo. No lo hago con gran rigor. Lo hago en una forma de “stream of consciousness, “ tratando de evitar errores gramaticales y de estilo, tratando de ser coherente. Pero esencialmente sin edición.

No sé si eso es bueno. Algunas personas que me leen entienden lo que quiero decir en estos "posts.". Otros no entienden. O quizá no quieren entender.

Me escribe mucha gente. Respondo a todos, aunque sea una o dos líneas. Casi todos quienes me escriben son amables y me dicen que están de acuerdo con las cosas que digo y me instan a que siga con el blog. Otros que me escriben  están en desacuerdo conmigo, pero también son amables. Una sola persona, usando un anónimo, me escribió en tono insultante a mí, que francamente no me importa,  y a los cubanos en general, algo que sí creo grave. Uno no debe hacer generalizaciones sobre grupos étnicos o nacionalidades. Le contesté amablemente a esta persona ya que la firma era de una mujer. Ahora que sé quien es, he decidido que le contestaré de nuevo en otra ocasión, después que se celebre el concierto de Juánes en La Habana.  Seré lo más caballeroso posible en esa futura respuesta. Pero le aclararé con más firmeza ciertos errores que tiene en su percepción de los cubanos en general y sobre todo de los que viven fuera de la isla.

Este blog no es de importancia. Yo escribo de prisa, sin gran rigor. No pretendo ser orientador de opinión. No pretendo que estos “posts” sean obras literarias ni profundos análisis periodísticos. Son quizá,  exabruptos. Son quizá, mi forma de hacer música. Amo la música. La escucho constantemente. Quisiera poder tocar la guitarra y componer melodías y letras. Como Juánes. Como Silvio. Lo hacen bien. En el caso de Silvio, no acabo de entender como uno puede escribir  y cantar sobre un Unicornio Azul y firmar una carta en que apoya el fusilamiento de tres jóvenes que querían irse a vivir a Miami, como hizo Juánes. Como hice yo. Como probablemnte hizo mucha gente que lee esto.

Si yo pudiera tocar la guitarra y componer y cantar, haría una canción sobre aquellos tres jóvenes fusilados en 2003 en 72 horas, que fue el tiempo que transcurrió desde que los acusaron hasta que los mataron. Pero no puedo. No tengo el talento. Lo único que puedo hacer es teclear en este MacBook y escribir lo que me sale del alma. No tiene valor. Pero aquí lo dejo en el blog, bajo mi firma. No me escondo en un anónimo.

Alguien me escribió diciéndome que lo que escribo me puede perjudicar. Lo dudo. Las empresas para las cuales trabajo son respetuosas de lo que hago en mis horas laborales y de lo que hago fuera de ellas. Pero si no fuera así, de todas formas escribiría el blog. Quien me conoce sabe que yo siempre he vivido sin miedo.

No es un alarde de guapería barata. Hace décadas que no lanzo o recibo un golpe. Creo que la última vez en que estuve en una pelea física fue en el tercer grado. Perdí. Y la pelea fue con una niña de primer grado.  Ahora que recuerdo, una de las razones que perdí es que no contra-ataque. Serví de “punching bag,” de aquella diminuta máquina de tirar golpes que pegaba como Mike Tyson en su apogeo.  Uno no le pega a las niñas, me decían mis mayores. Me decían también que en nuestra familia no hay cobardes. Yo sigo creyendo todo eso.

No soy amigo de la violencia de ningún tipo, sobre todo la violencia física. Hice servicio militar sin miedo de que me mataran en la guerra de Vietnam. Pero con terror de que yo tuviera que matar a alguien. No temo a mi propia muerte. Pero me estremece la muerte de otros. Pienso que probablemente estoy dispuesto a morir por ciertas cosas. Pero no estoy seguro si estaría dispuesto a matar. Estoy casi seguro que no podría hacerlo.  Afortunadamente, durante aquellos años de servicio militar no me tocó una cosa ni la otra. Estuve muy lejos de la metralla.

¿Porqué escribo estas cosas? No sé. Me salen. Quizá es para decir que, aunque hace siglos no cierro el puño en cólera y que quizá hasta me sería imposible  matar en defensa propia, vivo sin miedo. Vivo sin miedo a que me amenacen, a que me ridiculicen, a que me echen de los trabajos, a que me calumnien, a quedarme sin dinero, a que me lancen piedras, a que me vilipendien sin darme el derecho a réplica,  a que me corten la lengua y los dedos para no poder seguir hablando por un micrófono y tecleando en esta Mac.

Lo que digo y lo que escribo no tiene importancia. Pero es mi verdad, como la siento en ese momento en que hablo o escribo. Soy apasionado y a veces injusto. Si me lo señalan, en buena o mala forma, rectifico. Yo escucho. Yo no me creo una fuente de sabiduría, un oráculo infalible. Soy un simple tipo que escribe un blog de manera desorganizada, reiterativa y sin nada que se asemeje a un buen estilo.

Pero se me acaba el tiempo por ahora. Escribo junto a una ventana que da a un patio donde hay un árbol de no sé qué. En ese árbol, desde hace rato, canta un sinsonte, un Mocking Bird, como se le dice en inglés. Su canto me suena alegre. Creo que está contento. O quizá trata de decir todo lo contrario con su canto, Quizá está airado. No sé si lo que canta en términos humanos sería un bolero, o un tango, un rap, un reguetón, una balada, o sí esta cantando heavy metal. Solo sé que canta el sinsonte. Es un ave libre que lanza su canto al viento y me llega a mi y me conmueve, como me conmueven, digamos, Billie Holiday o Richie Havens. Gracias a Dios por los sinsontes. Gracias a Dios por Billie Holiday y Richie Havens y por todos los que hacen música.

A mi me hubiera encantado haber nacido con el talento para tocar un instrumento y para componer canciones y cantarlas. Pero no fue así. Lo único que puedo hacer es teclear bien rápido en un MacBook. No lo hago bien. Pero lo hago sin miedo y con alegría. Como canta ese sinsonte cerca de mi ventana.

Se me acaba el tiempo. Quiero escuchar al sinsonte un rato antes de ir a trabajar. En silencio. Es mejor escuchar la música en silencio.

El silencio también es importante. Este blog, en algunos momentos, estara “silente.” Así estuvo durante los últimos tres o cuatro días. Pero era que estaba muy ocupado con cosas muy importantes. Escuchaba música. Como haré ahora, Me voy a escuchar música. Me voy al patio.  Me voy a escuchar a un sinsonte.

 

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