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RICARDO BROWN

Me alegró mucho que no ocurrió el debate entre Chávez y Vargas Llosa. (1 de junio/09)

 

Chávez podrá decir todo lo que quiera. Pero le agarró miedo a Mario Vargas Llosa. Chávez es muy valiente cuando está rodeado de sus matones y carga-maletas que aplauden sus idioteces y le ríen sus pujos. Es muy valiente cuando insulta a las mujeres, sobre todo si no están presentes, como hizo con Condoleeza Rice. Es un guapetón de barrio cuando despotrica contra Globovisión en su insufrible Alo, Presidente. Es un experto en insultar a larga distancia. Y después, cuando se enfrenta cara a cara con la persona que insultó, se traga la lengua.

Lo hizo con el Presidente Alvaro Uribe. Habló horrores de Uribe cuando el mandatario colombiano lo sacó como mediador en las negociaciones para liberar a los rehenes en cautiverio de la narco-guerrilla FARC. Luego, cuando se encontró con Uribe en la cumbre de Santo Domingo, no dijo ni pío. Suspiró de alivio cuando el Presidente Leonel Fernández actuó de pacificador.

Ocurrió algo similar en Chile. El Rey de España lo mandó a callar. Y Chávez se hizo el que no lo escuchó. Después habló horrores del Rey, lejos de su presencia, para luego besarle las reales nalgas al soberano español cuando se encontraron en las Baleares.

Chávez se sintió intimidado por Vargas Llosa. Sabía que Vargas Llosa barrería el piso con él. Al igual que no tiene los huevos para insultar de frente, de cara a cara, sabe que tampoco tiene las condiciones de debatir ideas en un marco civilizado. A pesar de la enfermiza egolatría que proyecta, Chávez sabe que es bruto.  No lee libros. Se medio- memoriza alguna que otra frase y la repite –a veces equivocadamente- como una cotorra. Y eso le funciona bien cuando lo hace rodeado de sus acólitos que saben que hay que aplaudir y reir mucho para complacer al jefe.

Mario Vargas Llosa no tuvo miedo de ir a Caracas a pesar de todas las amenazas que le hicieron de que no podía criticar al gobierno chavista en territorio venezolano. Fue a Caracas y habló con elocuencia, con seriedad, con la clase y categoría de una persona que sí lee, que sí se ha cultivado, que sí esgrime argumentos sólidos y maneja las ideas y no tiene que caer en la vulgaridad que tanto caracteriza a la gentuza como Chávez.

Chávez se acobardó. De todas maneras, es mejor que no se produjera el debate. Un debate para que sea bueno tiene que ser entre iguales. Y hay una diferencia abismal entre un intelectual de altos quilates como Vargas Llosa y un pobre gritón como Chávez incapaz de tener ni mucho menos defender una idea original. Además de eso, un caballero como Mario Vargas Llosa, la personificación de la elegancia y los buenos modales, no tiene nada que hablar con un chusma como Chávez. 

 

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