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RICARDO BROWN

I love you, Miami (8 de mayo/09)

 

Siento alivio porque no le dio un ataque cardíaco o sufrió una fractura de la cadera o un brazo el señor que se vio involucrado ayer en un altercado durante la manifestación a favor del Padre Alberto Cutié frente la Iglesia San Francisco de Sales en Miami Beach.

No está bien que empujaran al señor porque estaba diciendo que él no estaba de acuerdo con la manifestación y que apoya el celibato y todo lo demás que dijo.

Ahora, ¿no fue un poco imprudente en aparecerse allí y enfrentar a un grupo bastante grande y enardecido?

Creo en la libertad de expresión. La entiendo de esta forma, al menos como existe en este país, que es donde vivo desde hace mucho tiempo: El gobierno no tiene derecho a coartar la libertad de expresión. EL GOBIERNO.

O sea, ni el Presidente Obama ni el Gobernador Charlie Crist tienen potestad para meterse en la Internet y sacar este blog de la red.

Ahora, nadie,  tiene la obligación de leerme o escucharme ni mucho menos de estar de acuerdo conmigo.

Me parece que hay una diferencia entre la libertad de expresión como derecho legal y la tolerancia que tienen o no las personas.

Yo pienso que uno debe ser lo más tolerante posible. No creo –repito- que es correcto arremeter contra un anciano porque dice cosas frente a un grupo de personas que no están de acuerdo con lo que está expresando.

Ahora, -me pregunto de nuevo ¿no fue demasiado audaz el señor en  ir a esa manifestación a enfrentar a esa gente? No sé si es que  el señor es extremadamente valiente. Yo, francamente, no lo soy.

Si yo me entero de que hay una manifestación en que va a haber mucha gente que tiene unas ideas muy fuertes totalmente opuestas a las mías, y van a estar allí con letreros y coreando consignas,  mi reacción  es esta: No voy a ese lugar a discutir con los manifestantes. No me parece que ese sería un buen foro para enfrentar nuestras ideas opuestas. Pienso que esa gente, como está en grupo (o pandilla, si se quiere), va a estar enardecida y posiblemente reaccione de una forma agresiva a lo que yo diga. Simple y sencillamente, reconozco que ellos tienen el derecho a estar allí manifestándose y prefiero no meterme en una bronca en ese momento. Opto por expresar mi opinión en otra ocasión, en otro lugar, en otro foro.

Pero ese soy yo. A lo mejor es que soy un pusilánime. O a lo mejor no. Pensándolo bien, a veces me he metido en líos por expresar ideas que hubiera sido mejor callar. Pensándolo bien, a lo mejor lo que me parece es que lo que sucedió   ayer fue más que todo un divertido  espectáculo. Algo así como un concierto de rock o una danza al aire libre. Una obra de arte público como aquella vez que el rumano Christo cubrió de rozado los islotes en la Bahía Biscayne. Todas esas imágenes en la televisión de gente dando gritos y gesticulando exagerádamente eran actores en una obra. . Quizá lo que quiero decir es que es preferible discutir las ideas de una forma racional. Y yo no pienso que si uno va a una manifestación de gente enardecida a enfrentarle, lo que va a ocurrir sea una discusión racional. Sobre todo si uno va solo. Sobre todo si hay cámaras de televisión. Lo que casi siempre sucede es una bronca a gritos y empujones en que sale perdiendo el llanero solitario que fue allí a discutir contra los manifestantes.

Hay lugares, momentos y países donde no queda otro remedio que apoderarse de un pedazo de espacio y tiempo y ejercer el derecho a expresar la opinión, asumiendo las consecuencias, que suelen ser terribles.  Pienso en Cuba, donde la dictadura comunista reprime a los opositores y disidentes.

Yo admiro a las Damas de Blanco que salen a las calles habaneras a protestar, pacíficamente, sin mucho alarde,  y casi siempre son reprimidas por las turbas de chusmas y delincuentes que organiza la dictadura. Me parece que en Cuba sí es evidente que no hay libertad de expresión. Allí no hay prensa libre. Allí solo se puede escuchar la voz del Partido Comunista y de los viejos degenerados y totalitarios que lo dirigen. Mientras que en Estados Unidos la Constitución garantiza que EL GOBIERNO no reprimirá la libertad de expresión, en Cuba y otros países totalitarios, el sistema de opresión, que siempre está codificado, garantiza que la dictadura reprimirá esa libertad. Y es admirable que haya gente como las Damas de Blanco y otros grupos e individuos que salgan a las calles a desafiar a ese sistema de opresión, sobre todo cuando saben que probablemente irán presos o una turba de salvajes les caerá a golpes.

Pero regresando a lo ocurrido ayer en Miami Beach,  pienso esto: Los manifestantes a favor del Padre Alberto tenían derecho de haber llevado a cabo su marcha. El señor tenía derecho de ir allí y expresarse contra ellos. Y, que sepa yo, EL GOBIERNO, (en este caso la policía de Miami Beach) no se lo prohibió. Pero era inevitable que se iba a buscar tremenda bronca con los manifestantes. Hubiera sido preferible que los manifestantes no le hubieran gritado ni empujado. Pero así es la gente en cualquier lugar del mundo cuando está en grupo en una manifestación de protesta. Se caldean los ánimos. Siempre hay alguien que quiere mostrar que es más apasionado que los demás. Eso fue lo que pasó con el señor de 81 años que le pegó un empujón al otro señor que se metió en la bronca, que tiene 69.  Imagínense ustedes, “Que cosa más grande la vida,” como diría Trespatines. Una bronca entre señores de tan avanzada edad.

Yo no creo que lo ocurrido ayer contribuya mucho a una seria discusión sobre el celibato de los curas ni sobre si hay libertad de expresión en el Sur de la Florida.

La gente expresó su libertad de expresión, incluyendo el señor que sufrió el empujón. La policía no se lo llevó preso. Lo protegió. El Señor habló ante las cámaras de televisión y la radio y salió en los periódicos, que es probablemente lo que buscaba.

Lo que ocurrió fue muy buen teatro callejero que es algo que hacemos muy bien en Miami. Fue una gran obra artística y hay que felicitar a todos los participantes, a todos los protagonistas. El arte es la más pura expresión de las ideas.

Yo me alegro que no hubo heridos ni presos.

 

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