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RICARDO BROWN

Que dolor, que dolor, que pena. Sábado 4 de febrero/12

Acabo de leer un artículo en la revista Forbes en que se dice que Miami es la ciudad más desagradable para vivir de todo Estados Unidos.

El artículista habla de la pobreza, del desempleo, de la corrupción de los políticos, de muchas cosas.

Caramba, y yo que me creía que vivía en una suerte de paraíso.

Es verdad que hay alguna gente puerca en Miami, algo que por cierto no menciona el artículo.

Por ejemplo, esta misma mañana yo vi a un señor lanzar a la acera las envolturas de una comida chatarra asquerosa que había ingerido, cuando había un enorme recipiente de basura a solo pulgadas de donde se encontraba.

Y unos instantes después me encontré bajo un poste de luz una gallina muerta, dentro de una bolsa plástica.

Sí, hay alguna gente muy sucia en Miami. Solo hay que caminar por el downtown para darse cuenta de esto. Huele mal el centro de Miami. Huele a orine.

Pero, concho, la mayoría de los residentes son límpios. Saben lo que es un recipiente de basura. No se mean en la calle.

De todas maneras, creo que el artículo no habla de la suciedad ni del olor a orine.

Y es verdad que hay gente que grita mucho en Miami.

¿Han estado en el Aeropuerto Internacional de Miami?

¡Que ruidoso es ese aeropuerto!

Gritan hasta por los altoparlantes cuando están buscando a una persona.

¿Y los supermercados?

Yo voy a un supermercado donde la gente no grita mucho.

Me costó mucho trabajo encontrar este supermercado.

Es caro y lejos de mi casa.

Pero la gente no grita tanto como en otros supermercados.

Que cosa más rara, ¿no?

Hay quien va a un supermercado por los precios de los víveres y porque está cerca de su casa.

Yo escogí un supermercado porque no se escucha gritería, sobre todo desde los altoparlantes.

Pero creo que en el artículo no se menciona el ruido de Miami.

Es decir, lo escandalosa que es mucha gente miamense.

Y creánme, no me estoy refiriendo a algún grupo étnico.

A mi me parece que todo el mundo grita en Miami.

Hasta los perros ladran a gritos en Miami.

¿Se dirá así?

Bueno, como sea.

Yo mismo tengo una perra enana con un ladrido estruendoso.

Siempre le pido que ladre más bajito, pero no me hace caso.

No se calla, la muy cabrona.

Pero yo le tengo cariño a esa perrita.

Y, pensándolo bien, le tengo cariño también a Miami.

Yo acepto las cosas como son.

No me voy a deshacer de la perra.

No me voy a mudar de Miami.

Y claro que seguiré quejándome de la perra, de Miami y de todo.

Pero me duele el corazoncito cuando son otras personas quienes se quejan de cosas muy imperfectas a las que les tengo cariño.

Aunque tengán algo de razón.

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