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RICARDO BROWN

IVAN Y ORIANA FALLACI EN LA GUERRA DEL GOLFO (Del libro "Escrito en Shenandoah," publicado por Isla Books

Aquella mujer me llamaba la atención y no sabía porque. Era una mujer ya mayor, pequeña de estatura, que se vestía con bastante descuido. Tenía siempre una expresión severa en el rostro y nunca la vi acompañada. Siempre se sentaba sola en el comedor del Hotel Sofitel, donde yo iba a veces. Un día le pregunté a uno de los camareros, "¿Quien es esa señora, que me luce conocida?"  

"Es Oriana Fallaci", me contestó. Yo me la imaginaba muy distinta. Alta, vistosa, elegante. Algo así como Sofía Loren. Jamás hubiera pensado que aquella diminuta mujer, totalmente carente de “glamour,” era la legendaria periodista. Pero no me sorprendió que Oriana Fallaci estuviera en Dharhan, Arabia Saudita. Se esperaba que muy pronto comenzara la ofensiva por tierra de Estados Unidos y sus aliados contra las tropas iraquíes que ocupaban Kuwait. Desde hacía décadas, la Fallaci era la corresponsal de guerra por excelencia. No se iba a perder ésta.

La mayoria de los periodistas nos hospedábamos en el Hotel Sheraton, donde estaba el Centro de Prensa del comando estadounidense. Los periodistas que estaban en otros hoteles solían ir al Sheraton diariamente . Era allí donde uno se enteraba de lo que estaba ocurriendo. Pero nunca vi a la Fallaci fuera del Sofitel. No entendía como podía hacer su trabajo.

Yo me moría por conversar con ella. Pensé muchas veces en ir a su mesa, saludarla y mencionarle a un amigo común, el periodista  Franco Cartucci, de la Rai, la television estatal italiana. Franco y yo habíamos coincidido muchas veces en coberturas en Centro y Sud América y él  me había hablado mucho de la Fallaci. Me contó  que él  le había salvado la vida a la Fallaci cuando ocurrió la Masacre de Tlatelolco en México en 1968. La Fallaci resultó gravemente herida en la violenta represion desatada por el ejército mexicano contra una manifestación de estudiantes. Pero la Fallaci no parecía ser una persona muy dada a apreciar que algún extraño le dijera que admiraba su trabajo.

Solamente la saludé una tarde cuando yo salía del Sofitel después de almorzar y ella estaba frente a la puerta del hotel, aparentemente esperando que alguien la recogiera. Le dije en inglés, "Buenas tardes, Señora Fallaci. Soy admirador suyo." Su respuesta  fue bastante fría, "Se lo agradezco." Y nada más.  La vi muchas veces más en el Sofitel, pero no volví a acercarme a ella.

Muy pronto se producía la ofensiva por tierra en Kuwait de Estados Unidos y sus aliados. Los iraquíes fueron derrotados en menos de cien horas. El Comando Estadounidense , una vez que sus tropas establecieron control, organizaron una caravana para llevar a un grupo de periodistas a Ciudad Kuwait. Yo me tuve que quedar en Dharam porque tenía que hacer una transmisión en vivo via satélite.

Pero al otro día, los estadounidenses organizaron vuelos para llevar al resto de los periodistas a Kuwait. A mi me tocó ir en el primero. Iván Manzano, un camarógrafo salvadoreño que trabajaba conmigo en Univisión,  me acompañó.  Los militares estadounidenses  nos transportaron a un pequeño grupo de corresponsales en bus a la base aerea de Dharhan. Entre nosotros estaba Dan Rather, el presentador del noticiero de la Cadena de televisión Cbs. El bus se detuvo en la pista junto a un pequeño avión de hélices. Me sorprendió que Orianna Fallaci ya se encontraba en la pista, cerca del avión.

La Fallaci y Dan Rather se saludaron, pero ella no habló con nadie más. Iván y yo fuimos los últimos en abordar el avión. Cuando entramos a la cabina, había solo dos asientos vacios y estaban separados. Eran asientos del lado de la fila. En ambos casos, había personas sentadas junto a las ventanillas.

Iván caminaba delante de mí y se sentó en el primer asiento vacio, junto a Orianna Fallaci. A mí me llamó la atención que la Fallaci y Dan Rather no se sentaron juntos. Yo me senté junto a un fotógrafo de una agencia de noticias.

Iván y yo nos habíamos distribuido  el equipo de television que tuvimos que llevar para poder montar nuestras crónicas en Kuwait. Iván tenía consigo  la cámara y el trípode. Los asientos eran pequeños e incómodos y desde que Iván se sentó a su lado, la Fallaci comenzó a quejarse. 

El avión despegó.  Sería un vuelo breve. Los motores hacían un gran ruido y había bastante turbulencia. La Fallaci continuaba regañando a Iván, hablando en un ingles correcto, pero con un fuerte acento italiano. Iván no hablaba mucho ingles en aquel tiempo, pero seguía ofreciendo disculpas. “I’m sorry, excuse me, “ decía caballerosamente.

Los demás pasajeros en el avión escuchábamos molestos las quejas y regaños de la Fallaci. “What a bitch,” me dijo el camarógrafo que estaba a mi lado. Me dijo que Ivan debería meterle el trípode por el culo a la Fallaci.

El avión era sacudido por la turbulencia y la Fallaci comenzó a decir malas palabras en italiano. Al menos eso pensé por el tono de su voz y porque la escuché decir , “Puttana.” Mezclaba el italiano con los regaños en ingles a Iván. Era insoportable aquello. Pero de pronto, se escuchó la voz a gritos de Iván, “Shut up! This is not the Concorde!”

“¡Cállese! !Esto no es el Concorde,” le gritó a la Fallaci. El avión entero rompió en risas. Sorpresivamente, hasta la misma Fallaci se rió. Y esta vez fue ella quien dijo “I’m sorry” a Iván.

Cuando llegamos a Kuwait y nos bajamos del avión, le dije a Iván quien era la áspera señora que  había estado sentada junto a él. Me dijo que lamentaba haberle hablado en un tono fuerte, pero que lo estaba volviendo loco.

Yo no sé que se hizo de la Fallaci después de eso durante el resto de la cobertyura de la primera Guerra del Golfo Pérsico. No la volví a ver en Kuwait ni en Arabia Saudita.

Mi experiencia con la Fallaci y su comportamiento durante el vuelo a Kuwait  de ninguna manera mermaron mi admiración por ella. Sigo pensando que fue una extraordinaria periodista y una persona de gran valentía. Pero pienso lo mismo de Iván Manzano.

Iván, un humilde muchacho de Usulután, es una de las personas más inteligentes, talentosas y corajudas con quienes he trabajado en el periodismo. Cubrimos juntos muchas noticias alrededor del mundo, incluyendo un buen número de conflictos bélicos. La calidad de su trabajo como camarógrafo y editor de video es insuperable y es valiente como un león. Además posee una extraordinaria inteligencia natural que le permite absorber conocimientos y cultura como si fuera una esponja. Hoy día, Iván es el corresponsal de Telemundo en Centro América. Es uno de los mejores periodistas de la televisión hispana de Estados Unidos.

Pienso que Orianna Fallaci e Iván tenían mucho en común y se hubieran llevado muy bien, aunque Iván es mucho más amistoso y calmado de lo que era ella.

Que pena que no llegaron a conocerse mejor.

 

 

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