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RICARDO BROWN

No sé si medito o deliro. O quizás son ganas de joder. 13 de mayo/10

 

Si por mi fuera, me pasaría todo el tiempo leyendo, disfrutando del arte  y escuchando música. Me parece que son más importantes William Butler Yeats y  Alexander Calder que, digamos,  Obama o George W. Bush. Me interesan más los Beatles, John Coltrane y la Sonora Matancera que –vamos a ver- Sarah Palin, Hugo Chávez o Nicolás Sarkozy.

Quizás a lo que voy es que la política y la ideología me parecen una mierda. Existen. Quizás son necesarias. Pero me parecen una mierda. Soy reiterativo, ¿no?

El Comunismo, por ejemplo. He leído bastante a Marx, a Lenin, a Rosa Luxembourg, a Marcuse y a muchos más de su estirpe. Me parecen todos  delirantes e hijos de puta. Además, viajé mucho por el llamado mundo socialista antes de que se viniera abajo. El comunismo es una monstruosidad. Y ni hablar de la variante cubana del comunismo. La familia de hijos de puta, ladrones y asesinos que secuestraron a Cuba hace 51 años  -¿cómo es que se llaman?-  ah si, los Castro de Birán y sus compinches,  acabaron con ese pobre país donde nací.

Carajo, no sé a donde voy con esto. Me pongo a escribir y salen las palabras con fluidez, pero sin mucha organización. Le dicen a eso “stream of consciousness.”  James Joyce escribía así. Bukowsky también. Claro que yo no soy Joyce ni Bukowsky, a quienes admiro enormemente. Pero, ¿de qué hablaba? Ah, sí, del arte y la política y la ideología. Probablemente todo ello tiene que ver con la libertad. Ya comienza a hacerse más claro esta cosa a la que estoy tratando de dar algo de coherencia. La libertad.

Y diría que la libertad es individual. Está dentro de cada uno de nosotros, o al menos está dentro de mi. Soy libre. Sobre todo cuando entro en el arte. Nunca me he sentido más libre que las veces que me he parado frente a Starry Night en el MOMA de Nueva York. Me siento libre cuando escucho a Thelonius Monk interpretar “Nutty.” Me siento libre leyendo a Pedro Salinas.

La creación es, por esencia, libre. Tan libre que contagia de libertad al creador y al que se expone a la creación.

La política, la ideología, quizás hasta la filosofía y la religión son otras cosas. Algunas son peores que otras. Pero, al menos para mi, no tienen la jerarquía del arte. Son formas de pensamiento, esquemas sobre como organizar una sociedad, sobre como moldearnos para vivir en tribu. Y vivir en tribu no es ser libre.

Y claro que reconozco que los humanos hemos sobrevivido como especie porque hemos vivido en tribu. Yo mismo vivo en tribu. Y bastante obediente que soy de las reglas de mi tribu, o de las muchas tribus a las que pertenezco. Por ejemplo, pago los impuestos y las cuentas, me detengo en el semáforo cuando la luz está en rojo y llego temprano al trabajo. Pero nada de eso tiene que ver con mi libertad. Eso es para afuera. Mi libertad está dentro de mi cabeza. Es individual. Es “custom made.” Se nutre cuando escucho a Billie Holiday y hasta cuando veo una foto de un cuadro de Modigliani. Trato de hacer cosas así todos los días. Para poder salir de mi casa y adentrarme en las tribus en que me toca vivir. Para salir de mi adentro y soportar esas tribus y sus reglas y sus formas de organización que incluyen esas comemierderías que se llaman política e ideología.

Se me acaba el tiempo. Sigo en otro momento.

 

 

 

 

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