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RICARDO BROWN

Los defensores de un régimen que golpea a mujeres indefensas no tienen argumento. 10 de abril/10

 

Estaba viendo un programa de un canal de televisión en España en que se discutió la situación en Cuba. Llamaron a Guillermo Fariñas, quien habló desde el hospital donde está recluido en Santa Clara, Cuba. Después de que terminara de hablar Fariñas, el actor español Willy Toledo, un defensor del régimen castrista, dijo que el hecho que Fariñas pudiera hablar líbremente en ese programa es prueba de que goza de libertad de expresión.

Y yo pienso esto. Fariñas se ha ganado un espacio dentro de Cuba para poder hablar hacia el extranjero. No le ha quedado más remedio al régimen castrista que mantenerlo vivo y permitir que hable para el extranjero. Por mucho que el régimen habla de “no ceder a chantajes, “ sí está sintiendo la presión de la opinión pública internacional. Por mucho que diga que hay “guerras mediáticas contra Cuba” a las cuales no va  hacer caso, sí le molesta que se  le califique como lo que es: Una dictadura brutal que organiza turbas para gopear a infelices mujeres que marchan pacíficamente por las calles y que maltrató tanto a un infeliz albañil preso que el hombre se inmoló en una huelga de hambre que duró 86 días.

Yo le hubiera dicho al Sr. Willy Toledo que el hecho que Guillermo Fariñas puede hablar en un programa de televisión en España lo único que prueba es esto:

  1. Fariñas es irreductible. El régimen castrista teme encarcelarlo.
  2. En España hay libertad de expresión. Para los españoles y para los extranjeros. Pero eso ya lo sabíamos.
  3. En Cuba no hay libertad de expresión. Si la hubiera, el régimen castrista permitiría que Fariñas dijera en los medios de comunicación cubanos lo que dicen en los medios de comunicación extranjeros.

Se equivocó el Sr. Willy Toledo. Si Guillermo Fariñas tuviera verdadera libertad de expresión, podría responder en Cuba, en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, en el Granma, Juventud Rebelde, en Radio Rebelde, a todas las calumnias que se dicen contra él. Si en Cuba hubiera libertad de expresión, los medios oficialistas de la isla le hubieran permitido a la Señora Reyna Luisa Tamayo defender a su hijo. Yo le hubiera dicho al Sr. Willy Toledo que porque un disidente, por su firmeza, por su coherencia, por sus testículos se haya ganado un espacio para hablar hacia el extranjero no quiere decir que hay libertad de expresión en Cuba. Fariñas habla para el extranjero porque se ha convertido en una figura internacional y el régimen, aunque dice que le importan un bledo las “guerras mediáticas,” teme que muera y teme encerrrarlo por el escándalo que se formaría en el mundo entero.

Si en Cuba hubiera libertad de expresión, permitirían a Fariñas decir en la televisión cubana lo que puede decir en la televisión española. Si en Cuba hubiera libertad de expresión, el gobierno no organizaría turbas para hostigar a las Damas de Blanco para meterle miedo a ellas y al resto de la población cubana.

Yo le diría al Sr. Toledo que nadie duda -al menos no dudo yo- que en España hay libertad de expresión y que puedan hablar en un programa de televisión de ese país  defensores del régimen castrista -como él- y como el periodista y escritor cubano Enrique Ubieta, que también estuvo en el programa, y opositores del régimen como Guillermo Fariñas. Pero el asunto es que en Cuba, como no hay libertad de expresión, pueden hablar en la televisión cubana solo quienes piensan como el Sr. Toledo y el Sr. Ubieta. Si hubiera libertad de expresión en Cuba, pudieran hablar también en la televisión Guillermo Fariñas y las Damas de Blanco.

Por cierto, que el Sr. Toledo y el Sr. Ubieta fueron enérgicos, pero se expresaron de una manera correcta. Una manera muy distinta a la de otros defensores del régimen castrista que suelen referirse a quienes no están de acuerdo con el régimen como “gusanos, mercenarios, lacayos” y cosas peores.

Por último, ya me parece cansón, me parece de mucha flojera intelectual que los defensores del régimen castrista cuando les hablan de los atropellos a los derechos humanos en Cuba tratan de cambiar la conversación y se ponen a hablar de lo que ocurre en otros países.  Y es que no pueden defender con argumentos sólidos lo que ocurre en Cuba. No pueden justificar que turbas organizadas por el régimen golpeen a mujeres indefensas. No pueden explicar porque hay tanta gente joven, porque hay tantos negros, porque hay tanta gente de abajo que se opone a un régimen dirigido por ancianos blancos que viven como millonarios en un país donde la inmensa mayoría es joven, negra y mulata y pobre. Tienen que ponerse a hablar de los abusos en la prisión de la base naval de Guantánamo o de que si en Valencia un gobierno del Partido Popular prohibió una exposición de arte porque la misma criticaba la corrupción. Siempre acuden a los lugares comunes, a los sofismas, al humo y los fuegos de artificio. 

 

 

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