Blogia
RICARDO BROWN

Creo que me estoy enamorando. (Sábado 16 de enero/10)

 

Estaba harto del frío. ¿Cuantos días consecutivos hubo de gélidas temperaturas? ¿Diez, quince? Un montón. Y el frío en Miami es peor que en cualquier otro lugar. Caramba, yo vivía en Nueva Inglaterra. He estado en Noruega, en Montreal, en Alemania, en pleno invierno. Pero juro que en Miami el frío pega más duro. Sobre todo cuando es un día tras otro.

Quizás en mi caso la cosa es sicológica. Yo me mudé para Miami porque hubo una tormenta invernal en Washington DC, donde estaba viviendo, que paralizó la ciudad. Y me cansé. Me cansé del invierno, del “freezing rain,” de la nieve amontonada en las calles.  En Washington no saben lidiar con la nieve.  Se demoran días en limpiar las calles. Decidí mudarme para Miami, aunque me encantaba Washington, como me gustaba también vivir en Nueva Inglaterra.

Me costó trabajo adaptarme a Miami. Extrañaba a mis amigos del Norte. Extrañaba los museos, los conciertos, el teatro, las librerías, los restaurantes.  Pero no extrañaba el frío. Y me deshice de casi toda mi ropa de invierno. Me metí en la cabeza que en Miami nunca hacía frío. Que en Miami uno no se ponía suéteres ni bufandas. Y llegaban los pocos días de frío miamense y me la pasaba maldiciendo el clima. Pero me vestía como si no hubiera frío. Total. Eran unos pocos días de frío,  de vez en cuando. Pero el frío de los primeros días de este 2010 es otra cosa. Fue un frío para cortarse las venas. Era insoportable en la calle y dentro de mi casa, que no tiene calefacción. Me perseguía el frío. Me torturaba. Saqué la ropa invernal que me quedaba. Unos suéteres que compré en Noruega. Unos sombreros que compré en Connecticut y en Praga. Unos pantalones de corduroy que compré en New Hampshire. Una bufanda que compré en Londres.  Todo viejísimo, pasado de moda. Trapos verdaderamente “vintage.” También salí y  compré ropa interior térmica.  Anduve disfrazado. Me comentaba la gente que parecía un cazador, un campesino irlandés, un ridículo, un loco arrebatado. Me importaba un bledo.  Además de abrigarme, tenía que disfrazarme para enfrentar el frío. Para huirle al frío. Pensaba que el frío me odiaba a mi, personalmente , que queria vengarse de mi por hablar mal de él. Y por eso me disfrazaba. Para que no me conociera. Pero nada. El frío me seguía mortificando. Se burlaba de mi. Juro que escuchaba su risa. Y un día se fue. Pero me dejó agotado. Hoy la temperatura ha estado bastante agradable. Y salí a la calle. Me fuí a Miami Beach a una exposición de dibujos de John Lennon. Compré incienso en una tiendecita exótica. Luego comí  con uno de mis hijos en un nuevo restaurante alemán en Lincoln Road. Me supo muy bien la cerveza que  bebí. Me gusto la comida. Hice cosas sencillas. Nada del otro mundo.  Pero disfruté mucho el día.

Miami se veía muy bien hoy. El cielo estaba nublado. Pero había luz. Y no había frío. En Miami Beach, la gente inundó Lincoln Road. Turistas, gente del patio con sus perros, uno que otro personaje extravagante, y todo un ejército de mujeres bellas. 

Al regreso de Miami Beach escuchaba en el carro un CD de Eddie Palmieri. Es tremendo Eddie Palmieri. Su música me recordaba Nueva York en los setenta y los ochenta. Amo a Nueva York. Amo  aquellos tiempos,  cuando era más joven. Pero con el trombón de Barry Rogers, el bajo de Cachao, la garganta de Ismael Quintana, y la magia al teclado de Eddie Palmieri como música de fondo, miré hacia el horizonte y vi el “skyline” de Miami. Y  me di cuenta que le estoy cogiendo cariño a Miami. Me estoy enamorando de Miami, después de tanto tiempo.

Ojalá que no regrese el frío y me quite está sensación. Ojalá no me cambie el “mood.”

 

0 comentarios