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RICARDO BROWN

LA CAMPAÑA ELECTORAL ME HA PROVOCADO UNA CRISIS DE NERVIOS. NECESITO AYUDA. (31 de octubre/08)

 

Todo lo que escribí sobre los políticos en días pasados en este lamentable blog es mentira. Ofrezco disculpas. Es que soy un desajustado mental y a veces se me altera el litio o se me sube la bilirrubina o no sé que carajo y comienzo a delirar. Pero en este momento estoy lúcido y voy a decir  lo que siento de verdad.

Amo a los políticos. Son seres superiores, dotados de infinita inteligencia y sabiduría que sacrifican sus vidas para asegurar nuestra felicidad. Creo todos esos anuncios que escucho por la radio y veo por televisión sobre todas las grandes obras que han hecho los políticos. Con fe ciega, estoy convencido de que lograrán hacer realidad todos esos maravillosos planes y proyectos que tienen para mejorar nuestra calidad de vida. Que almas generosas, los políticos. Como nos quieren a todos. A usted y a mi. Sí, es eso. Me siento amado por los políticos.

Pero confieso que tengo un problema. Los políticos son maravillosos y creo lo que me dicen.. Pero me confunde que hablan mal los unos de los otros. Por ejemplo, le tengo un enorme respeto a un legislador que sale en un anuncio de televisión rodeado de niños y ancianos a quienes abraza y besa y un perro tuerto al que acaricia. Y una voz  muy cálida dice en el anuncio que este legislador apenas duerme porque quiere protegernos de Osama bin Laden y de los carteristas y las serpientes venenosas. Y yo creo lo que veo y lo que escucho. Y me siento muy  seguro, muy querido, muy optimista sobre el futuro. Y me desvivo en admiración y agradecimiento por ese ilustre estadista. Y le agarro inquina al adversario de este prócer. Me dicen en el anuncio que el adversario es un terrorista y un depravado sexual y que sus vecinos lo odian porque los domingos a las siete de la mañana se pone a trabajar en el patio de su casa, usando una maquina de cortar hierba que hace un ruido terrible. Y a mi me impresionan estas cosas. Me impactan estos anuncios. Decido que votaré por el legislador que aspira a la re-elección.

Pero entonces, a los pocos minutos, veo otro anuncio en que me dicen que este legislador es un tremendo hijo de puta que está en el bolsillo de cabilderos mafiosos y dictadores extranjeros enemigos de Estados Unidos y que además escupe cuando habla y se mete los dedos en la nariz y una vez en un ascensor  repleto de gente en el Capitolio Nacional soltó un mal oliente y sonoro viento que espantó a las demás personas que estaban en el ascensor. Y me dicen que el adversario del legislador, este señor que quiere quitarle el puesto, no es tan malo como dicen y en realidad es veterano de varias guerras en que mató con sus manos y dientes a cientos de terroristas y extraterrestres que querían esclavizarnos.  Y muestran imágenes de este candidato con  su esposa, que está muy bien vestida y tiene unas mejillas rojizas y una sonrisa con dientes muy blancos.  Y habla en el anuncio una cotorrita que desde hace años es mascota de este matrimonio, y nos asegura que se siente muy buen cuidada y querida. Y esto, francamente, me conmociona.

¿A quien creer? ¿Cómo decidir?

Tengo una crisis existencial. Esta campaña política me agobia. Por suerte quedan solo días para las elecciones.

 

 

 

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