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RICARDO BROWN

GAS PAINS

 


  • Frustrated owners try to unload their guzzlers

Douglas Chrystall, with son Alexander, watched the cost mount as he filled his Dodge Ram. He hopes to sell soon.Douglas Chrystall, with son Alexander, watched the cost mount as he filled his Dodge Ram. He hopes to sell soon. (Erik Jacobs for The Boston Globe)
La foto y la información que aparecen arriba fueron publicadas hoy en The Boston Globe. La gente no aguanta más. El precio de la gasolina está por las nubes. Los dueños de vehículos grandes están saliendo de ellos. Yo soy uno de esos. Hace un par de semanas, decidí divorciarme de mi enorme y tragón Suv. Fuí a una gasolinera a llenarle el tanque y me costó más de setenta dólares. En ese momento llegé a la conclusión de que era hora de decirle adiós.
Comencé a averiguar precios de carros y la gasolina que consumen. Visité algunas agencias.  Que dolor de cabeza. Para mí, ir a comprar un carro es como visitar al dentista. Preferiría no tener que hacerlo. Acabé con un carro mucho más pequeño que el gigantesco Suv que tenía. Probablemente pagué más de lo necesario. Indudablemente me pagaron a mi mucho menos de lo que valía mi Suv. Yo soy muy malo para negociar con los vendedores de carros. Me aburren. La gente que me aburre siempre me gana. Quiero que nuestras conversaciones sean lo más breve posibles. Llegó a  cualquier acuerdo y firmo cualquier cosa con tal de que se acabe pronto el encuentro.  Pero no me importa. Mi nuevo carro gasta menos gasolina y tiene un tremendísimo equipo de sonido, que es lo que más me interesa a mi. A mi me importa poco todo eso de caballos de fuerza y si el motor tiene no sé cuantos cilindros. Lo que me interesa es que el carro no me de muchos problemas, sea cómodo  y que pueda escuchar música mientras manejo. Bueno. Y que no consuma mucha gasolina.
Me carga el alza del precio de la gasolina. Pienso que los países de la OPEP son gobernados por dictaduras de distintos matices ideológicos pero unidas en su corrupción, despotismo e hijeputada. Las grandes empresas petroleras son mafias. Acabo de leer una entrevista que le hizo el Wall Street Journal al Presidente de la Chevron, un gangster irlandés que se llama David O’Reilly. Dan ganas de vomitar. Típico ladrón de vuelo alto. Y pienso que la política energética del gobierno de Bush  y sus medidas económicas son una porquería. Pero, ¿que se iba a esperar? Tanto Bush como Cheney, el evasor del servicio militar obligatorio, son petroleros.
Me molesta toda esa gente que dice que en comparación  con otros países, en Estados Unidos es barata la gasolina. No joroben.En otros países hay buenos servicios de transporte colectivo. Yo viví en Londres hace años. Tenía un carro de la empresa a mi disposición y apenas lo usaba. Me trasladaba en el Tube, el servicio de metro. Aquí en Estados Unidos somos esclavos del carro. Sobre todo en una ciudad como Miami. El transporte colectivo de Miami es un auténtico reflejo de la clase política. Es un desastre.
Bueno. No creo que con mi nuevo carro, más eficiente en el consumo de combustible, esté contribuyendo mucho a la lucha contra el calentamiento global. De todas formas, me joroban también los ambientalistas. Estoy casi seguro que en la agencia que me vendieron el carro dieron saltos y gritaron y se rieron cuando salí de allí por lo fácil que fue clavarme con un mal contrato de venta. Pero no me importa. Me cuesta menos llenar el tanque de gasolina. Y sé que eso no va a tener el más mínimo impacto en las groseras  ganancias de las petroleras y de las dictaduras de los países de la OPEP. Pero me siento contento. Soy así de infantil. O de amargado. No importa.

 

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