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RICARDO BROWN

BLUE SUNDAY (3 de mayo/09)

Me encanta la música. Todo tipo de música. Lo peor que pudiera pasarme sería quedarme sordo. Bueno, quedarme ciego también sería una jodienda, porque me gusta leer. Y me gustan las artes plásticas. Y mirar mujeres. Eso sobre todo.

Pero me propuse escribir de la música. No toco ningún instrumento y canto muy mal. Lo hago a solas para no molestar. Tampoco soy un buen bailarín. Pero bailo cuando se me presenta la oportunidad. No salgo por ahí a las discotecas a mover el esqueleto. Pero si estoy en una fiesta,  y suena la música, me suelto  a bailar. Sobre todo si tengo un par de tragos encima. No es que sea un borracho. La verdad es que bebo muy poco. Pero si voy a una fiesta me doy un par de tragos y si hay música no tengo ningún reparo en hacer el ridículo.

Pero, caramba, sigo divagando. Quiero escribir sobre la  música que escucho. Ahora mismo tengo puesto un CD de Lightnin Hopkins, una estrella de los Blues. Poca gente latina lo conoce. Poca gente latina, al menos mis amigos, saben verdaderamente lo que son los Blues. Que pena.

Yo pienso que una de las ventajas de haberme criado en este país, por allá en el lejano norte, es que tuve muchos amigos gringos, gente bien chévere.  Fueron dos amigos gringos, Russ y Sherwood, quienes me introdujeron a los blues cuando yo tenía como catorce años. Yo estaba muy metido con una prima de Russ que se llamaba Helen y era un primor. Ella tenía quince años. Aquel verano Russ y Sherwood organizaron un viaje a Newport para el Folk Festival y yo me anoté porque iba Helen. Logré hacerme novio de Helen en aquel viaje. Y claro que me acuerdo de ella. Fue una de las niñas mas lindas e inteligentes de mi vida. Pero también recuerdo perfectamente que me enamoré de los Blues.

Fui a presentaciones de Mississippi John Hurt, el Reverendo Gary Davis y Lightin Hopkins. ¡Como tocaban la guitarra aquellos señores! Sonaban como si tuvieran veinte dedos en cada mano. Y como cantaban. Eso si que era “soul music.” Música del alma. ¡Y las canciones que interpretaban! Candy Man, Blues In A Bottle, Mojo Hand. Mi noviazgo con Helen duró unas pocas semanas. Pero desde aquel verano quedé flechado por los Blues.

No sé que me dio por poner a Lightnin Hopkins en el CD player. Lo agarré, así de casualidad. Al azar. Y estoy embelezado. Tengo catorce años de nuevo y es verano en Newport y por fin le di un beso a Helen. Soy feliz. Cosa que es un poco paradójica, porque los Blues son casi siempre lamentos. Y  lo único que yo lamento en este momento es que, desde que vivo en Miami, no he conocido a nadie que le gusten los Blues. Extraño a los gringos.

Pienso en Russ, en Sherwood, en Helen. No sé que se ha hecho de ellos. ¡Uf, se me ocurre! A lo mejor están en Facebook.

Me encantaría hablar con ellos. Contarles que los recuerdo y no se me olvida aquel verano en Newport.

Escucho a Lightin Hopkins y pienso que es una pena que nunca pude ser músico. Cuanto quisiera tocar y cantar como Lightin Hopkins. Y como él, tener veinte dedos en cada mano y que mi alma cantara a través de mi garganta.

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