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RICARDO BROWN

Temí que los candidatos se agarraran a golpes.

Hace días escuché un ´´debate´´ entre dos candidatos a un cargo público local. Me desagradó. No voy a mencionar los nombres de los candidatos ni el cargo a que aspiran. Soy de los que prefieren odiar el pecado, pero no a los pecadores. La cuestión es que estos dos políticos se dijeron horrores sobre sus familias. Yo pensé que aquello terminaría en un duelo o que se agarrarían a golpes en el lote de estacionamiento. Afortunadamente, no fue así. Yo pienso que se debe evitar la violencia física y de veras que me sentí aliviado de que aquella violencia de la lengua no pasó a ser violencia de la espada, la bala o el puño. Pienso que si algunos de nuestro políticos prefieren no discutir soluciones a los tantos problemas en sus comunidades y no pueden evitar intercambiar insultos e improperios quizás una buena opción sería hablar mal de sus mascotas, en vez de vilipendiar a sus respectivos familiares y antepasados. Sería un poco menos chocante, al menos para alguien como yo, que en vez de escuchar ´´Tu papá es un viejo lujurioso que se pasa la vida en los prostíbulos´´ o ´´tú abuela es una vieja marihuanera´´ si los políticos se dicen cosas como ´´Tu perro se orina en la alfombra y está lleno de pulgas´´ o ´´tu cotorra es una piojosa mal hablada.´´ Un amigo con quien compartí la sugerencia me dijo que eso sería insultante para las mascotas, y lo he estado pensando ya que soy devoto de San Francisco de Asís que nos instó a ser cariñosos con los animalitos a quienes él llamaba nuestros ´´hermanos menores.´´ No sé que piensen ustedes.

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