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RICARDO BROWN

No dejo de pensar hoy en aquellos primeros tiempos del Noticiero SIN en Washington. 5 de octubre/09

Sigo con la reunión del pasado sábado en casa de Eduardo Borges con alguna de la gente que comenzó el Noticiero SIN.

Pienso en lo inocente que éramos. No había agendas ocultas, resentimientos guardados en bolsas negras, ni el “quítate tú para ponerme yo” que luego fue una constante en mi vida laboral en la televisión en español después de aquel tiempo en Washington.

Todavía recuerdo con asombro el equipo de periodistas. Caramba, Roberto Thompson de jefe de redacción. ¡Que tipazo! Culto, “charming,” con un estilo de escribir único. Y con testículos. Nunca hablaba Roberto de como se le enfrentó a Stroessner en Paraguay.

!Y William Restrepo y Guillermo Descalzi! Que dedicación al oficio. William se leía cuanto periódico, cuanto cable, cuanta revista, cuanto libro tuviera a su alcance. Y el Descalzi era una fiera en la Casa Blanca, en el Departamento de Estado, en el Pentágono, en el Capitolio.

Y Eduardo , Angel y Alex en cámara. Era como estar en una orquesta con Charlie Parker,  John Coltrane y Thelonious Monk.

Y Debbie, Patricia, Maria Estela, la Francisca, Alvaro, Bárbara,Judy, las Anas, Lina, Myrna, Carolina, Teresita, Maria, Pedro Varela, Palavaccino, Tito B., Alberto y toda aquella gente que en un momento u otro trabajó con nosotros. Gente de primera en lo profesional y personal.

Y claro que hay un lugar especial para esos tres boricuas para la historia. Frank, Bill y Papo.

No sabíamos lo que teníamos en aquellos tiempos. No estábamos conscientes del buen trabajo que hacíamos. Y es verdad que éramos felices, pero no nos dábamos cuenta  cuán  felices éramos.

Yo, por un rato, el sábado en casa de Eduardo me remonté a aquellos dcute;as . Son los mejores días de mi vida profesional. He recorrido un buen tramo desde entonces. Pero aquel comienzo es único. Viviré agradecido de haber sido parte de aquello, de haber trabajado con aquella gente maravillosa, de haber tenido a esos amigos, que seguirán siendo amigos, aunque no los vea con la frecuencia que quisiera. Están aquí en el recuerdo, en el corazón. 

 

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