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RICARDO BROWN

Me da nauseas el tonito lastimero y paternalista de personas hipócritas de la television en español. (14 de mayo/09)

 

Uno de los síntomas de que me pongo más viejo cada día que pasa es que tengo poca paciencia con las poses, la duplicidad, la hipocresía.

Me cae mal cada vez más que la gente se ponga máscaras y pretenda presentarse ante el mundo como algo que no es.

Soy iracundo por naturaleza. Es un defecto genético. Mi mamá nunca me lo ha dicho, pero estoy seguro de que fui uno de esos bebés insoportables que se  la pasaba en eterno berrinche y no dejaba dormir a su familia, dando gritos toda la noche. Con el avance de los años, se ha profundizado mi tendencia al encabronamiento instantáneo Y como por desgracia me ha tocado trabajar en la televisión en español en EEUU desde 1982, no me queda otra que enojarme con lo que veo en pantalla los pocos instantes en que, haciendo “channel surfing,” me detengo por segundos en uno de los canales que transmiten en español.

Una de las cosas más repugnantes es esa actitud que tienen algunos noticieros nacionales y locales de tratar a los latinos o hispanos -como usted les quiera llamar- como si fueran unas pobres víctimas que serían barridas del mapa si no fuera por esos espíritus generosos y valientes super-héroes de la televisión hispana. Me caen como una patada en donde más duele todos esos reportajes de cómo ayudar a esas pobres víctimas a salvar su situación migratoria en este país, como evitar ser echados de sus casas, o como presentar una queja a no sé que agencia comunitaria si en la escuela un maestro racista castiga a uno de sus hijos porque habló español o lo maltrataron a uno en la sala de emergencia de un hospital.

Yo sé que pasan todas esas cosas. Yo sé que no es fácil la vida de un inmigrante en este país. Yo sé que un noticiero de televisión debe denunciar las injusticias. Mi problema, mi repugnancia, es que esos reportajes que se presentan en la televisión en español  casi siempre están mal hechos. Mal escritos, mal visualizados, mal producidos,  como casi todo lo que se presenta en la televisión en español de este país.  Y la intención que motiva a asignar y presentar esos reportajes jamás es ayudar a la gente. Se hacen estos reportajes para ganar ratings. A veces esto funciona, y a veces no.

Básicamente, yo no tengo ningún problema con que se hagan reportajes para buscar sintonía. Sin “ratings,” los programas se van al carajo. Los cancelan. La gente pierde sus trabajos. Quizá mi objeción es que yo conozco personalmente a alguna de la gente que manda a hacer esos reportajes, y alguna de la gente que sale a la calle a hacerlos, y a otros que los presentan en cámara. Y francamente no la recuerdo como gente de mucha conciencia social o solidaridad con causas justas. Todo lo contrario. Recuerdo a muchos de esos gladiadores defensores de los pobres de la tierra como personas sumamente egoístas, manipuladoras, trepadoras, y con muy poco amor por la humanidad.

Pero ya lo dije. Soy un amargado. Además soy muy injusto porque en la televisión en inglés hacen lo mismo. Presentan muchos de esos “sob stories” en los noticieros. Claro que esos reportajes de la televisión en inglés están mejor hechos y con menos dramatismo barato y sin ese tonito lastimero y paternalista que se ve en ciertas personalidades de la televisión hispana.

El otro día, pasando de canal en canal, vi a alguien echarse un discurso todo cursi e hipócrita, poniendo cara de sufrimiento (o estreñimiento, no estoy seguro) y con una voz en que se trataba de reflejar dolor del alma  (o tal vez de la columna vertebral) hablando de una pobre señora a quien un policía le había dicho cosas terribles cuando le puso una multa por llevarse una señal de luz roja. Según esta solidaria persona de la televisión, la señora era inocente y la estaban hostigando porque es hispana y hay que acabar con ese tipo de abuso.

A mi no me conmovió el discurso. Lo lamento por la señora porque, aunque no sé si se voló la luz roja o es que el policía es un hijo de puta racista, la verdad es que a nadie le gusta que le pongan una multa y para colmo ser insultado por el policía. Pero -¡uf!- la persona esa que narraba y comentaba lo ocurrido es lo peor. Hipócrita, cruel, mala por los cuatro costados. Además de “picúa,” que es una palabra cubana que quizá  tendrán que preguntarle a alguien lo que quiere decir. Creo que quiere decir algo así como "cursi." Pero yo no soy filolólogo. No habló ni escribo bien, por mucho que he tratado por tanto tiempo. Recuerden que yo también trabajo en la televisión hispana de Estados Unidos.

De todas maneras, a mi no me hagan caso si leen estas tonterías que escribo. Ya lo advertí. Soy iracundo. Ya les conté que estoy seguro que fui uno de esos bebitos que se pasaba las noches dando alaridos no más para joder y no dejar dormir a sus papás ni al vecindario. Imagínense en lo que me he convertido con los años.

 

 

 

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