Nunca dejó de pensar en Martí. 19 de julio/10

Una vez, cuando era adolescente, me presentaron en Nueva York a un anciano puertorriqueño que tenía cien años y se llamaba Víctor Franco. El Sr. Franco había sido mensajero de Martí y del boricua Sotero Figueroa en el periódico Patria. Estaba en muy buenas condiciones físicas y muy lúcido el Sr. Franco a pesar de sus años. Le hice muchas preguntas sobre Martí y me acuerdo de todo lo que me dijo. Pero lo que más me impactó, fue cuando me dijo: "Era muy cariñoso. Era un hombre dulce."

Y así veo a Martí. Así siempre lo he visto en su poesía, en sus ensayos, en sus discursos. A veces me preguntó:

¿Si los cubanos decimos ser tan devotos de Martí, si lo llamamos Apostol, por qué será que hay tantos cubanos ásperos?

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La magnífica estatua de Martí en el Central Park de Nueva York está allí gracias al Ingeniero José Salazar. Estaba casi perdida esta estatua en un granero en Connecticut.  José Salazar la ubicó y convenció a la escultora Anna Vaughn Hyatt Huntington a que finalmente permitiera colocarla en el Central Park. Eso fue en 1965. José Salazar, padre del maratonista Alberto Salazar, vive en Miami en la actualidad.

 

Martí escribió esto sobre Walt Whitman:

Walt Whitman

"Parecía un dios anoche, sentado en un sillón de terciopelo rojo, todo el cabello blanco, la barba sobre el pecho, las cejas como un bosque, la mano en un cayado.» Esto dice un diario de hoy del poeta Walt Whitman, anciano de setenta años a quien los críticos profundos, que siempre son los menos, asignan puesto extraordinario en la literatura de su país y de su época. Sólo los libros sagrados de la antigüedad ofrecen una doctrina comparable, por su profético lenguaje y robusta poesía, a la que en grandiosos y sacerdotales apotegmas emite, a manera de bocanadas de luz, este poeta viejo, cuyo libro pasmoso está prohibido."