Blogia
RICARDO BROWN

Pedro Salinas y César Vallejo. 28 de septiembre/09

“Nunca se entiende un sueño

más que cuando se quiere a un ser humano,

despacio, muy despacio ,

y sin mucha esperanza.”

Pedro Salinas.

 

Se me olvidan las veces que me senté junto a  la tumba de Pedro Salinas en el Cementerio del Viejo San Juan. Allí cerca del mar, en aquella loma sobre el mar, me sentí cerca  también de Pedro Salinas. De su exilio. De sus sueños. De los sueños que nunca alcanzó. De los sueños que nunca dejó de soñar hasta el día de su muerte. Me sentaba allí en el Cementerio del Viejo San Juan y pensaba que en su sueño eterno, Salinas nunca dejó de soñar. Sigue soñando.

De los poetas españoles del 27, Salinas es mi favorito.

 

“Me moriré en París, con aguacero,

un día del que ya tengo el recuerdo.

Me moriré en París –y no me corro-

tal vez un jueves, como es hoy, en otoño.”

César Vallejo.

 

Siempre que fui a París, recordé a Vallejo. Es más, siempre estuve con Vallejo. Siempre que fui a París pensé que era jueves y era otoño y caía un aguacero, pero que Vallejo vivía y que ese no sería el día de su muerte.

 

No sé cuando regresaré a San Juan. No sé cuando regresaré a Paris. Quizá no vuelva jamás. Pero anoche soñe con San Juan y soñé con París y aunque está lejos la una de la otra, y aunque son ciudades muy distintas, me parecieron el mismo lugar. París con palmas y plenas. El Moulin Rouge en la Calle Cristo.

Fue un extraño sueño. O fue un sueño recurrente  que se me había olvidado y me visitó de nuevo. El asunto es que después que desperté, todo el día he estado pensando en Pedro Salinas y en César Vallejo. Y he estado pensando en que hay que encontrar tiempo para la poesía. Es urgente. He estado pensando en que la vida ni la muerte valen la pena sin soñar, aunque los sueños sean imposibles.

Y algo me ha impulsado a escribir esto.

 

 

 

                                 

0 comentarios