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RICARDO BROWN

WOODSTOCK, THE "F" WORD, "JAMA," OTRAS PALABRAS PROHIBIDAS Y EL CONCIERTO DE LA PLAZA DE LA REVOLUCION. 11 de septiembre/09

 

No me hubiera gustado estar en Woodstock. Demasiado gentío. Demasiado fango. A mi me atraían ciertas cosas de la contracultura de aquellos años. Sobre todo la música. Fuerte. Rebelde. Vanguardista. Joven. Así  sigo viendo  y escuchando  la música de Woodstock tanto tiempo después. Pero eso de ser parte de un gran evento de masas,  de perderme  en una multitud nunca me ha interesado. Nunca he querido ser parte de una manada. Soy lobo solitario.

Tengo emociones encontradas sobre Woodstock. Admiro a aquellos artistas que se presentaron en el concierto. Por ser únicos. Por rebeldes. Pienso que precisamente por eso hacían buena música. Por ser únicos y rebeldes.

Como quizá  equivcadamente se sentían los cientos de miles de jóvenes  que escucharon la música en aquel lodazal en que se convirtió Woodstock cuando cayó la lluvia. Se engañaron a si mismos pensándose libres y rebeldes cunado en realidad eran miembros de una tribu. Yo estoy convencido de que la rebeldía es urgente para el ser humano. Y que debe ser un compromiso de vida. Aunque uno viva esa vida en cuello y corbata. Pero pienso que la rebeldía, como la libertad, es de uno a uno. Al menos la mía. Nunca he querido ser parte de una tribu. Y siempre pensé que aquella gente en el fango de Woodstock era eso. Una tribu que duraría solo unos días y entonces sus integrantes se pasarían el resto de sus vidas entrando y saliendo de otras tribus. Quizá es una injusticia pensar así de aquella gente. Pero es que me repele eso de ser parte de una multitud.

Pero vuelvo a la música de Woodstock. Fue sublime. En el escenario sí hubo rebeldía. Un rompimiento con el poder, con la tradición, con las normas, con lo injusto y lo mediocre que había en la sociedad y la cultura de aquellos tiempos.. Amo aquella música. En estos días la volvía a escuchar. Y me vino a la mente lo joven y vital que sigue siendo esa música porque eran jóvenes en años y en espíritu quienes la hicieron en aquel momento.

Carlos Santana  tenía 22 años. Jimi Hendrix tenía 26.  Richie Havens, uno de los más viejos, tenía 28. Igual que Joan Baez. Janis Joplin tenía 26. Country Joe McDonald tenía 27.

Creo que no había un solo músico en Woodstock que hubiera cumplido 30. Pensaba en eso en estos días. Yo cumplí mis treinta hace un buen rato. Pero me niego a reconocerlo. No por vanidad. Por rebeldía. Quizá me engaño a mi mismo. Pero me siento joven porque me siento rebelde. Y me siento rebelde porque rechazó a la tribu, a la manada.

Ya hace mucho tiempo que los músicos que se presentaron en Woodstock dejaron de ser jóvenes en años. Es decir, los que viven. Jimi Hendrix  y Janis Joplin murieron jóvenes. Como tanta gente de talento, se autodestruyeron. Quizá porque temían llegar a ser viejos en años. Que se yo. Quizá simplemente se autodestruyeron porque se autodestruyeron. Y ya. Pensándolo bien, la gente como Jimi Hendrix y Janis Joplin no le tiene miedo a la vejez. Sabe intuitivamente que la vejez es una mentira cuando se es rebelde por compromiso de vida. Por principio. La gente como Jimi Hendrix y Janis Joplin no le teme ni a la muerte. Y por eso es que la muerte los agarró temprano. Sea como fuere, se fueron Jimi Hendrix y Janis Joplin. Pero por ahí queda Richie Havens. Y quedan casi todos los integrantes de The Who. Y queda Country Joe McDonald. Y todos siguen siendo jóvenes y rebeldes.

Recuerdo aquel grito de rebelión de Country Joe McDonald. No estuve en Woodstock. Ya lo dije. Pero en otras ocasiones, cuando la tribu era más pequeña y no me sentía parte de ella a pesar de estar allí, escuche a Country Joe, y grité con él y la tribu que no era mía ni yo de ella, aquello de F-U-C-K. Un grito de rebelión de la tribu que hice mío sin ser parte de la tribu.

Pienso en eso. En aquella “four letter word” prohibida que gritaron en Woodstock y que desde entonces gritaron las tribus y los lobos solitarios como yo frente a Country Joe and the Fish.

Pienso en ese concierto que van a presentar en La Habana en la Plaza de la Revolución. Me parece que habrá gente tribal en el escenario. Pienso en Silvio a sus 62 años. Amaury a sus 57. Juanes, que a los 37, me parece viejo a mi, que soy mucho más viejo en años que él. No sé si habrá un solo músico en ese escenario de menos de 30 años de vida física. Y en espíritu, en rebeldía, tampoco me parecen jóvenes. Sobre todo Víctor Manuel, el cantante de Franco que ahora le canta a Fidel y le dice gusanos, desde lejos, a quienes no aplauden a Fidel. Víctor Manuel es viejo en años y espíritu. Como es vieja en años y espíritu una Revolución que reprime la rebeldía y la juventud. Una Revolución que fusila a jóvenes en años y espíritu  porque deciden romper filas. Abandonar la tribu. Salir del rebaño.

Country Joe McDonald hizo que una tribu en Woodstock gritara aquella palabra prohibida de cuatro letras. F-U-C-K.  Con todos los defectos que tenía aquella sociedad, no fue arrestado. Nadie pensó en enjaularlo por gritar una palabra prohibida.

En Cuba, acaban de enviar a la cárcel por dos años a un pobre hombre que gritó una palabra prohibida en esa isla esclava. Una palabra tambien de cuatro letras. Pánfilo gritó J-A-M-A. Porque tenía hambre. Y lo metieron preso. Dos años de encierro por gritar que tenía hambre.

Yo no sé si los músicos extranjeros que cantarán en la Plaza de la Revolución saben quien es Pánfilo ni saben lo que quiere decir la palabra jama. No sé si les importaría un bledo si se enteran que a Pánfilo lo encerraron por gritar jama. Me imagino que en el caso de Víctor Manuel, el cantante de Franco y Fidel, quizá se alegraría porque para él Pánfilo es un “gusano” y a los gusanos hay que aplastarlos.

Una amiga, a quien le envío esto, me reclamo hace días porque yo comparé el Concierto de la Plaza de la Revolución con Woodstock. Otra persona me regañó y me dijo que las comparaciones siempre son odiosas.

Yo no puedo evitar las comparaciones. Como soy joven y rebelde, aunque vivo de cuello y corbata, me cagó en los clisés. Y eso de que las comparaciones siempre son odiosas me parece un clisé  detestable y cursi.

Yo si comparo. Lo hago hasta por joder.  Y digo que cuarenta años después de Woodstock, aquella música es nueva. Y aquellos músicos son jóvenes. Y digo que la música que se escuchará en la Plaza de la Revolución es vieja y cansada como esa misma Revolución y quienes la dirigen.

En Woodstock gritaron F-U-C-K y no hubo represión. En Cuba, un pobre hombre gritó J-A-M-A y lo metieron preso.

Dicen los organizadores del Concierto de la Plaza de la Revolución que le cantarán a  la juventud cubana. Yo pienso que, por mucho que digan que no, también le estarán  cantando a los viejos que mandan en Cuba. A los viles ancianos que llevan más de medio siglo en el poder. A los malvados viejos que asesinan a jóvenes porque se quieren ir a vivir a Miami, al Miami odiado de la “gusanera” donde se fue a vivir hace años el mismo Juánes.

A Gorky Aguila le prohibieron cantar en el Concierto de la Plaza de la Revolución. Las letras de su música se asemejan a aquel grito prohibido de Country Joe McDonald en Woodstock. Gorky es libre y los tiranos y quienes son pusilánimes ante los tiranos temen a la gente libre que opta por la rebeldía como compromiso de vida. Estoy seguro que en Cuba también prohibirían a Joe McDonald, a pesar de que fue un "red diaper baby" americano, un hijo de comunistas gringos.

Lo siento, amiga “A.” No puedo evitar la comparación entre Woodstock y lo que va a suceder en La Habana el próximo 20 de septiembre.

No puedo dejar de pensar que en ese Concierto de la Plaza de la Revolución no solo hubieran prohibido a Country Joe Mc Donald.  Hubieran prohibido también a Richie Havens porque inició los tres días de Woodstock cantando una canción con una palabra que no agrada a los viejos sátrapas que mandan en Cuba. “Freedom.” Libertad, cantó Richie Havens en Woodstock.

Y en Cuba, donde mandan unos malvados ancianos, la palabra libertad es prohibida.

Dicen los organizadores del Concierto de la Plaza de la Revolución que quieren llevar música al pueblo cubano. Supongo que los cubanos debemos estar agradecidos.Pero yo no dejo de pensar que lo que más hace falta en Cuba es jama y libertad. No sé si alguien se atreverá a gritar eso en la Plaza de la Revolución. Estoy seguro que si se escuchan esas palabras ese día, no será desde el escenario.

Yo sí comparo. Hay una enorme diferencia entre la gente en el escenario en Woodstock hace 40 años y la gente que estará en escenario de la Plaza de la Revolución. En muchas cosas. Pero sobre todo en eso de ser rebelde y joven como compromiso de vida.

 

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